sábado, 19 de mayo de 2012

Matunga.

Cada noche antes de dormir, la candela de un fósforo iluminaba y abría sus áureos enfoques en el espacio de la habitación sugiriendo inusuales estampas, los Santos sobre la Cómoda de papá, reflejan en su rostro la vela así encendida, después de la oración, Sara le pedía la bendición a mamá -Bendición Mama- responde mamá -Dios te bendiga- luego Sara replicaba –Mamá mañana la bendición me atendéis- ¿…?  Llegaba entonces el momento del cuento, casi en el proemio del sueño, el cuento del Gallo Pelón, eso de que si quieres que te cuente el cuento del Gallo Pelón… y su retahíla, no me gustaba, menos aún el cuento del Gato con la cabeza de trapo y las patas al revés, porque resultaba una repetición que si quieres que te cuente el cuento del gato con la cabeza de trapo y las patas al revés.

En materia de cuentos el número uno era el de “El Ratón Pérez”…que se calló en la olla y la cucarachita Martínez lo siente y lo llora… su trama un poco mas o menos versaba sobre una cucarachita apellidada Martínez que contrae nupcias con un ratón con patronímico Pérez, aquella sale de su casa para comprar el recao de olla y mientras deja al Ratón Pérez en casa, pese a las advertencias de la cucarachita Martínez de que no se acercará a la olla porque dejó hirviendo el caldo, por mirar, el Ratón Pérez se cayó en la olla.  Moraleja…el que oye consejos llega a viejo

Un cuento de todos muy conocido La Caperucita Roja, tiene en sí mismo el mensaje de cuidarse de extraños, su trama el bosque, el Lobo y la abuelita, me cuestionaba el argumento de como el lobo pudo comerse a la abuela con huesos y todo.

El Gato con botas, este cuento era un comodín con variadas aventuras del gato con botas, que mamá disponía el argumento a conveniencia, donde generalmente el susodicho gato salía con las tablas en la cabeza por su imprudencia y osadía, lo cuestionable del asunto del cuento es como podía ponerse un gato un  par de botas.

El Pollito y el Gallinero, este cuento narra las desventura de un pollito que en sus andanzas solía escapársele a la señora Gallina, y pasearse por el jardín del huerto, donde un pétalo de una flor le cae encima y un Cuervo malvado le dice que es un pedacito de cielo, creyendo que el cielo se esta cayendo, lleva la infausta noticia a todo el gallinero, causando una gran alarma.

El cuento de la niña y el Pez, hace recordar los cuentos de José Rafael Pocaterra o de Horacio Quiroga no solo por la ausente niña que vivía en su soledad rodeada por viejos, sino por el fiel amigo que descubre, en sus caminatas por el campo, en las aguas de un jagüey  el cual lo llamaba cantando -pececito llora los ríos de Matunga la Ley Natural-  y de ese modo aparecía un pez con sus escamas de oro, con la creciente del río se vino desde lejos, entre sus manos lo  tomaba y lo devolvía a sus vitales aguas, allí estaba Eufrosina conversando con su improvisado amigo de todas las mañanas.

Mientras en la estancia, la madrastra Modesta y su papá, hacían las labores diarias del campo, Eufrosina, cada mañana, con el canto “Pececito llora los ríos de Matunga la Ley Natural” se encontraba con su acuático amiguito pero un día regresó muy triste, esa mañana el dorado pez no atendió el llamado al canto de Eufrosina. Al llegar a casa escucha a su madrastra -ah pescao tan sabroso - a lo que Eufrosina preguntó: ¿Cuál pescao? -el de la sopa mija… el de la sopa- respóndele Modesta -si mija Perucho lo pescó en el jagüey ayer en la tarde - Eufrosina había comprendido el fatal destino de su hídrico amiguito y corriendo con el clamor de su canción “Pececito llora los ríos de Matunga la Ley Natural” se fue al Jagüey llorando, se adentro en sus orillas hasta perderse de vista y ahogarse entre sus aguas.

A todas estas, recuerdo que mientras mamá me contaba el cuento, pensaba donde estaba “Matunga” y lo de la “Ley Natural” e imaginaba a “Matunga” como un lugar geográfico donde hay un río de donde llegó el pez, la naturaleza es prodigiosa en esa zona de “Matunga” donde la única ley vigente es la Ley Natural, por lo que de haberse quedado en los ríos de Matunga hubiese sido otra historia, tanto para él como para la niña.

Años más tarde,  en la cátedra de Filosofía del Derecho, conocería el concepto de la Ley Natural, en la tragedia griega de Sófocles “El Grito de Antígona”  más    o menos cuenta; ...reinando Creonte en la ciudad de Tebas, ante la muerte de Etéocles y Polínice, prohíbe que den sepultura al cadáver de Polínice. Su hermana Antígona, hace caso omiso a la orden del tirano Creonte, pretendiendo sepultar a su hermano, pero es detenida y llevada ante el Rey, quién la condena a muerte. Hemón el hijo del Rey  es el prometido de Antígona, ruega a su padre que derogue la sentencia, pero no accede. El joven va adonde ha sido encerrada Antígona, cuando llega, esta se ha suicidado. El adivino Tiresias anuncia a Creonte los tristes acontecimientos que se avecinan, y un coro le exhorta que rectifique su sentencia, perdone a Antígona y dé sepultura a Polínice. Creonte accede, pero es tarde, pues Hemón, desesperado al encontrar muerta a Antígona, se suicida a la vista de su padre el Rey Creonte, a la vez la Reina  Eurídice recibe el mensaje de la muerte de su hijo Hemón, enloquecida por el dolor se hunde una espada en su vientre y muere culpando a su esposo el Rey Creonte por la muerte de su hijo. El tirano se ve así castigado, como lo dice el coro: -Que tarde vienes a entender lo que es la justicia, no la escrita por los hombres y hecha Ley, sino las leyes que emanan del Derecho Natural, las leyes eternas, la ley natural, muy por encima del Derecho de los Hombres-.     

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